Todo se torno hostil, no puedo contener mi rebelión, pero tampoco puedo identificar contra que o quien rebelarme.
Rodeado de situaciones incomodas, de ausencias y de carencias, meto mano en mis bolsillos y no encuentro ni mis ilusiones.
Frente al espejo, no encuentro sonrisas, el gesto adusto y una mueca de dolor me dicen quien soy.
El espejo me dice que es la hora. Quizas ya no haya ni magia, ni azar, y realmente sea el momento de decir chau
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