sábado, 6 de junio de 2009

PROFITEROLES

Llevaba pocos días en el restaurante del prestigioso hotel de campo Patagonia Inn, de repente Franco escuchó un maullido, inmediatamente se dio cuenta del anárquico funcionamiento del depósito y la cocina. Vislumbrando las torres de platos, vajilla, instó a sus colaboradores a poner más énfasis en el orden y la limpieza; sus ayudantes oficiales observándose mutuamente, escondieron sus irónicas sonrisas ante el planteo del jefe.
El restaurante, a través de los años, obtuvo gran prestigio. Allí llegaban desde la ciudad misma, clientes atraídos por la excelente carta, y más ahora que los habitué estaban ávidos por conocer las innovaciones del nuevo chef.
Empuñando una sartén, saltando sobre el fuego echalotes, dados de carne de jabalí, hierbas frescas y tomate concasse, daba rienda suelta a su creatividad, cuando por el vidrio de la puerta que comunica con el salón la ve ingresar, se quedó petrificado.
La bella mujer, sola, se ubicó en una mesa junto a la ventana. Franco le informó al maître que él mismo prepararía los pedidos de esa mesa.
Una copa de jerez, gentileza de la casa, raviolones de cordero con salsa de setas, y de postre profiteroles rellenos con crema helada.
Alquimia creativa, con cada ingrediente incentivaba sus recuerdos junto a ella. Para la elaboración del postre recurrió a su gaveta, donde guardaba celosamente exóticos ingredientes que utilizaba en ocasiones especiales.
El postre estaba listo, artísticamente presentado sobre plato de porcelana, se veía tan imponente y deslumbrante como una hermosa joya.
El encargado de llevar los profiteroles a la mesa, le comunicó a Paloma que el chef deseaba saludarla personalmente; la dama aceptó complacida mientras saboreó el primer bocado.
Acudió a la mesa, beso su mano formalmente, ella quedó helada, no salían palabras de su boca, se acercó y al oído le susurró;
-¿Después de 10 años, seguís siendo alérgica al cacao de Indonesia?
Catorce segundos después cae sobre la mesa, con ausencia de todo signo vital. Los asistentes presenciaron atónitos el espectáculo, mientras Franco se quitó el delantal, y lo arrojó con desprecio sobre la mujer, al mismo tiempo que salió caminando por la puerta principal, ignorando el ruido de vidrios rotos, producto de la caída de copas.
Ya solo, por la calle empedrada, recordó el abandono, pero saboreó su propio plato, el que se come frío.

Horus
2008

Safe Creative #1104289082326

martes, 2 de junio de 2009

REENCUENTRO

Atormentada, pero decidida, emprendió la marcha; durante la misma imágenes como fotogramas que mostraban a Jorge en plenitud, se encendían y apagaban en su cabeza, como luces de neón en marquesinas porteñas. Difícil vivir sin él, compartieron infancia, adolescencia, adultez, el amor de su vida.
Surcó la playa perpendicularmente al mar, el agua por los tobillos, por las rodillas, por la cintura, la movilizaba un solo objetivo, el reencuentro.
Imprevistamente un perro se interna en el mar a puro ladrido, la despabila, la vuelve en sí, detiene su marcha, se acerca flotando y con sus dientes sujeta la ropa de Cinthia moviendo la cabeza indicando la salida.
Llorando, exhausta se tiro en la arena, el perro la acompaño, no se separo un instante. Emprendió el regreso acompañada, en la puerta de su casa decide adoptarlo.
El can se movía por los ambientes con total familiaridad, como si siempre hubiese vivido allí, por la noche se acomodó en el lugar libre de la cama, esperando que ella se durmiera.
Una tarde apacible, decide caminar las tres cuadras que la separan de la playa, para tomar un descanso leyendo un libro mientras tomaba unos mates. Durante el trayecto tomo nota como los últimos días los sueños tormentosos desaparecieron, la angustia cesaba poco a poco y como una mascota adoptada azarosamente enarbolaba orgullosa el mote de “mejor amigo del hombre”.
Sobre la templada arena, y a pesar de la calidez de los rayos solares, un escalofrío recorrió su espalda. Cinthia y el perro se miraron, fijamente a los ojos.
- ¡Cortala! ¿Sos vos? aunque sea decime guau para saber, así me quedo más tranquila carajo!
- ¡Guau!
Los ojos se encendieron, como riendo. Tirados en la playa quedaron mirando el mar.

HORUS
2008