sábado, 24 de septiembre de 2011

Lazos de sangre



Sentado junto a la ventana, en el bar de la esquina, Camilo tomaba un relajante café irlandés al finalizar la jornada. En el medio del murmullo reconoce una voz familiar, busca con su mirada hasta dar con Florencia, amiga de su desaparecida esposa
Ella al percibir su mirada reconoció el trofeo que nunca pudo arrebatarle a su amiga Cinthia, no dejó pasar la oportunidad se incorporó y se acercó seductoramente.
- ¡Florencia, que sorpresa! Reconocí tu voz.
- ¡Uf! Casi 10 años sin vernos, ¿como están Cinthia y los chicos?
- ¿Cómo? ¿No te enteraste?...
Tras lo cual le comenta las vicisitudes del último tiempo cuando perdió a la compañera de toda su vida. Ella, mientras tanto, elucubraba ideas de cómo conquistarlo.

Con el transcurso del tiempo y frecuentes visitas establecen una fuerte relación, en la que ella busca ser el toque femenino en un hogar de tres hombres solos.

Una noche en la que ella los visitaba, recibe el aviso de Camilo dando cuenta que no regresaría a la casa hasta bien entrada la madrugada debido a una emergencia laboral.

Los dos hijos adolescentes insisten a Florencia para que se quede haciéndoles compañía, uno de ellos trae una cerveza con maníes salados para amenizar la charla; se van sucediendo las botellas y no sólo de cerveza, los tres, envueltos en una gran nube etílica desatan pudores y los cuerpos se van desinhibiendo sensualmente.

5 AM. Camilo regresa cansado, se fastidia el tener que esperar que el camión recolector de residuos termine su tarea y poder ingresar a la cochera. Entra a la casa ve desordenado el living y más se molesta, pasa por el cuarto de sus hijos y los ve dormir angelicalmente.

Después del mediodía sin tener noticias de Florencia, Camilo se preocupa y le pregunta a sus hijos, quienes responden con gesto de negación.

Por la noche mucho más inquieto al no poder ubicarla, les interroga nuevamente.
- Voy a llamar a la madre- dijo Camilo caminando raudamente hacia el teléfono.
- ¡Espera papá!, no lo hagas- dijo el mayor
- No busques a Florencia, ya le hicimos lo mismo que a mamá- remató el menor.

Silvana Arnone - Horacio Cabral

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