Abrió la puerta de la bóveda y se animó a salir. El resplandor de la luna rebotaba en el encaje, la cabellera rubia le llegaba hasta la cintura; guiada por sonidos que solo ella podía percibir se acercó a la vieja casona.
Cuando el reloj dio la duodécima campanada, empujó la puerta del dormitorio y se acomodó en el cuerpo despreciado y maltratado por el tiempo.
HORUS
2009
wow... fuerte.
ResponderEliminarllega...
besos muchos.